Ahí estaba el cocodrilo, como si fuera un estudiante más de la universidad tomando el sol en la tranquilidad del jardín (obviamente en una hora libre), al verlo inevitablemente introduje mi mano en la bolsa del pantalón para sacar el celular y tomar una foto, me tomé el tiempo necesario y tal pareciera que estaba posando, con la boca abierta y estirado desde el hocico a la punta de la cola. En ese momento, unas notas musicales en mi mente… algo de reggae… tranquilo, relajante… Me dije… -son mis cinco minutos de paz-, todo por ver al cocodrilo… Pensé: que agradable es la vida, pero que complicada la hacemos.